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Trump y Musk: enemistad con intereses cruzados

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Núria Rius 03/06/2025
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Madrid  Aunque se insultan en público, Trump y Elon Musk mantienen conexiones estratégicas que podrían afectar sus negocios y campañas en 2025.

La relación entre Donald Trump y Elon Musk es una de las más contradictorias y comentadas de la actualidad política y empresarial. Por un lado, ambos han protagonizado intercambios de insultos, reproches y amenazas públicas; por el otro, comparten intereses cruzados que podrían hacer que sus caminos se sigan encontrando —o chocando— en el futuro inmediato.

Todo comenzó en 2016, cuando Musk mostró ciertas simpatías por la visión económica de Trump en cuanto a la industria americana, aunque nunca llegó a apoyarlo abiertamente. Años después, cuando Trump abandonó la presidencia, la relación se tornó más hostil. Trump ha calificado a Musk de "vendedor de humo" y "empresario dependiente de subsidios estatales", mientras que Musk ha respondido llamándolo "rey del caos" y sugiriendo que su regreso a la política sería "un error para Estados Unidos".

Sin embargo, tras este circo mediático existe una red de intereses que mantiene a ambos más conectados de lo que parece. Primero, Trump sigue necesitando de plataformas digitales para su posible regreso político en 2025, y Musk es ahora dueño de X (antes Twitter), la red social que catapultó a Trump al estrellato mediático durante su presidencia. Si bien Trump lanzó su propia plataforma, Truth Social, la audiencia y el alcance global de X siguen siendo insustituibles para una campaña presidencial.

Por otro lado, Musk, a pesar de criticar a Trump, tiene en su agenda la necesidad de un entorno político favorable para Tesla, SpaceX, Neuralink y sus otras empresas. Las políticas comerciales, fiscales y tecnológicas de una futura administración republicana —posiblemente encabezada por Trump o sus aliados— podrían beneficiar o perjudicar los intereses empresariales de Musk, especialmente en materia de regulación medioambiental, espacio exterior y redes de telecomunicaciones.

En el ámbito empresarial, hay otro punto de fricción: Trump ha amenazado con imponer límites o regulaciones a empresas tecnológicas y de inteligencia artificial que —según él— amenazan la "libertad americana". Esto incluiría a proyectos de Musk como OpenAI o xAI, competidores en el creciente mercado de IA generativa, un sector que Trump ha calificado de "peligroso si no es controlado por valores conservadores".

A pesar de sus diferencias, algunos analistas aseguran que ambos líderes podrían llegar a acuerdos pragmáticos si sus intereses económicos o políticos convergen. Un posible escenario sería un pacto tácito donde Musk mantenga X como un espacio menos hostil para los seguidores de Trump a cambio de un marco legal más flexible para sus empresas de alta tecnología.

La enemistad pública también tiene consecuencias negativas. Las críticas de Musk podrían erosionar parte del apoyo empresarial de Trump, mientras que la influencia política de Trump entre los legisladores republicanos podría obstaculizar ciertos proyectos de Musk si decide impulsar leyes que frenen las grandes tecnológicas.

Además, ambos comparten la necesidad de captar la atención del público constantemente. Trump y Musk son maestros en dominar la conversación mediática, y sus enfrentamientos, aunque reales, también sirven para reforzar sus respectivas marcas ante sus audiencias: una base política conservadora en el caso de Trump, y una comunidad tecnológica y libertaria en el caso de Musk.

Por ahora, es incierto si la relación evolucionará hacia una guerra sin cuartel o una tregua estratégica. Pero lo que es seguro es que el destino de ambos seguirá entrelazado mientras el poder político y económico de Estados Unidos pase inevitablemente por las tecnologías emergentes, las redes sociales y la polarización social que ambos encarnan.

En este contexto, los analistas políticos y de mercado recomiendan vigilar de cerca cada movimiento de estos dos gigantes, ya que un simple tuit de Musk o una declaración explosiva de Trump podría sacudir no solo la política estadounidense, sino también los mercados bursátiles globales.

El futuro de Trump y Musk no solo depende de sus enfrentamientos personales, sino también de cómo sus visiones opuestas —pero complementarias— sobre el poder, la tecnología y la influencia moldearán la sociedad americana en los próximos años.

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